Con un poquito de tierra
he arropado a mi semilla.
Ni muy profunda, ni muy alta,
para que no tenga pesadillas.
Le he dado un poco de agua,
para que la sed no la moleste.
Mejor que duerma toda la noche,
hasta que el sol la despierte.
Con el paso de los días,
mi semilla va creciendo,
se atreve a sacar la cabeza,
de su escondite secreto.
¡Pequeña semilla mimada!
¿Ahora ya no tienes miedo?
Con fuertes hojas vas armada,
desafiando al sol con tu movimiento.
De tu dorada flor
cogeré otra semilla,
y empezaremos de nuevo
con el ciclo de la vida.
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